domingo, 29 de mayo de 2011

Largo invierno sin final

La habitación está a oscuras. Tu ya estás en la cama, destapada, con el ordenador apoyado en el colchón, las rodillas recogidas sobre tu pecho, descubiertas porque ha llegado el calor y con él los pijamas de camisetas largas sin más y Elton John sonando en el reproductor una y otra vez.

Conclusión: imposible no echarle de menos.

No importa la cantidad de años que pasen, la herida no termina de cicatrizar. Cuando parece que ambos extremos van a pegarse por fin para siempre, algo vuelve a tirar de ellos haciendo que la costura se abra de nuevo, haciendo brotar la sangre con fuerza y rapidez, doliendo.

Te duele, te duele muchísimo que se fuera tan rápido, que no se despidiese de ti, que tú no te despidieses de él. Que no le dieses un último beso en la mejilla, un último abrazo; que tú no escuchases el último pitido de tren, ese que tanto te gustaba que hiciese con las manos… siempre te dejaba boquiabierta cada vez que lo hacía. Te duele enormemente que se esté perdiendo tu adolescencia y tu crecimiento tanto físico como mental, te conoció siendo niña, cuando no eras capaz de expresarte bien, no sabías lo que decías, no pensabas, no mostrabas el cariño que realmente sentías. No decías te quiero.

Y eso, eso es lo que más te jode. Te jode cantidad que no le dijeses nunca que le querías. ¿Por qué no lo hiciste? Le querías como a nadie. Porque ese amor fue creándose con los años y los actos, no era como el amor que se siente hacia un padre, con él se nace… este era tan distinto. Te había ganado por completo una batalla que tú no quisiste luchar.

Y ya es tarde, ya es jodidamente tarde…

… y te cuesta digerirlo. Los 17 de octubre se te hacen cuesta arriba desde hace casi 5 años. Y encontrar balines en el suelo te destroza por dentro. Los hombres con bigote. Los Kikes y los Enris. El Barça. Gervasio Deferr y Dani Pedrosa. Sitges. Su cinturón. Su cinturón te rompe en mil trocitos, pero aun así te encanta sacarlo de su escondite y recordarle. Olerlo y estar oliéndole a él; acariciarlo como si fuese su mano lo que tocas y no un trozo de cuero. Es el único recuerdo físico que tienes de él, ¿sabes? Por eso, aunque te hace añicos, lo necesitas para sobrevivir. Necesitas tener algo que retenga su esencia por si algún día te olvidas de cómo era él poder sacarlo y recordar.

.

No sé dónde estarás ahora mismo, ni si estarás en algún lugar físico, a fecha de hoy todavía no sé en qué creo. Pero me encantaría creer que todavía estás a mi lado, que todos los días ves cada cosa que hago y velas por mí. Me gusta pensar que cada vez que miro al cielo buscándote, eres tú quien me encuentra primero; que la vida para ti sigue, que estás esperando en algún lugar a que vayamos contigo, a vernos una última vez.

Quiero creer que estás aguardando el momento para abrazarnos y poder repetirte que te quiero hasta la saciedad, hasta que te canses de mí y me mandes callar, aunque sé que eso no lo harías. Estoy tan segura que te encantaría escucharme decirlo…


… pienso que, ahí donde estás, tú no me echas de menos, porque puedes verme y caminar a mi lado sin que yo me entere, pero aquí todo es diferente. No sé dónde estás, qué haces, si estás conmigo o en otro punto geográfico, si estás en los dos. Si estás orgulloso de mí. No sé si estás al tanto de lo que pasa aquí. No sé si sabes que mataría por abrazarte hasta hacerte daño y no dejarte escapar.

Me abandonaste sin darme la oportunidad de demostrarte de lo que soy capaz; por favor, estés donde estés, Enrique, espérame. Necesito volver a verte, just one more time

Te quiero, te quiero, te quiero. Escúchalo cuando antes de irme a dormir te lo susurre esta noche, por si acaso estás sentadito en la esquina de mi cama velando mis sueños.

Gracias por ser la pieza central en el puzle de mi vida.

Te llevo conmigo, siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
;