sábado, 16 de julio de 2011 0 notas musicales

Soy lo puto peor, pero la tengo a ella

Hace cuatro o cinco años (ya he perdido la cuenta), conocí a una personita muy especial, de hecho, es la más especial del mundo, del cielo, del universo entero si me permiten. No conozco humana mejor.
¿Por qué si es tan especial no he hablado nunca de ella y, sin embargo, dedico entradas y entradas a las mismas personas una y otra vez? Es más fácil de lo que creéis. Ella es tan jodidamente especial que nunca encuentro las palabras adecuadas para dedicarle. Muchos días abro un nuevo documento de Word y empiezo a escribir, pero mi dedo meñique, que es más sensible que mi cabeza y corazón y sabe lo que siente la gente, se estira hasta el “delete” una y otra vez, diciéndome que no es suficiente lo que he empezado a escribir, aunque yo creyese que estaba empezando a ir bien encaminada.

Tal vez ahora, que tanto te echo de menos tras estar dieciséis días sin verte consiga decirte todo lo que quiero por aquí (aunque sé de sobra que eres consciente de lo que eres para mí, pero quiero que quede constancia de por vida y, cuando seamos viejitas, releer esto y reírnos mucho, mucho).

La verdad es que no me acuerdo de cómo nos conocimos exactamente. Creo recordar que mi compañera de clase se marchó de intercambio y ella se sentó a mi lado. ¿Por qué? Un misterio sin resolver, pero sé que después de llevar cinco días sentada con ella le dije que se viniese un viernes por la tarde a mi casa.
Y ella aceptó. Me acuerdo que ese viernes me llamó por la tarde porque no encontraba la calle y cuando salí a buscarla estaba parada a 10 metros de su destino. Sé que subimos a la terraza y fumamos cachimba.

Ahí fue cuando oficialmente empezó todo.
Después de ese día han venido, por lo menos, cuatrocientos cincuenta y seis viernes a su lado. Cuatrocientos cincuenta y seis tardes con la persona de mi vida (me encantaría ser chico y enamorarme de ella, una pena ser todo lo contrario).
Sé que he tenido tres mejores amigas en diecinueve años, pero ninguna ha sido como ella.
Con T, la primera de todas, crecí, literalmente, pues nos conocimos en parvulitos y seguimos juntas muchos años en el colegio. Pero las cosas se tuercen, y un segmento de nuestra amistad se giró un poquito, muy poquito, pero suficiente.
Compartir mi vida con A me hizo crecer tres años de golpe si quería seguir a su lado.

Con Lidia todo ha sido siempre distinto. No he tenido que sufrir, ni madurar precipitadamente. Gracias a ella me he convertido en lo que soy, porque todo lo hace fácil. A su lado no hay obstáculos ni barreras. Ya se encarga ella de quitar antes las piedras del camino y borrar la sangre de mis errores. Así es ella.

¿Lo bueno que tiene? Que si te tiene que decir algo bueno, te lo dice corriendo. Si te tiene que regañar por algo que has hecho, también lo hace. No se calla, se preocupa por mí, y para mi eso es lo más importante.

Con la mano en el pecho y sin cruzar ningún ápice, juro que tengo la mejor amiga del mundo.
Juro que mi vida sin ella se va a la puta mierda.
Juro que todo a su lado tiene sentido.
Juro que no haber conocido persona más bonita hasta que la conocí a ella.
Juro que estos dieciséis días sin ella se están haciendo eternos.
Juro que sus veinte van a ser increíbles, o por lo menos, mejores que los diecinueve.
Juro que mis veinte van a ser increíbles, porque la pienso seguir teniendo a mi lado, aunque la tenga que raptar y atar a una silla para que no se libre de mi.


Juro no concebir mi vida sin ella.

 
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