miércoles, 13 de abril de 2011

Días surreales. Personas reales.

Ha llegado a un punto en el que todo le parece muy surreal. Demasiado. Ciento cincuenta y ocho días han pasado y, en este tiempo, ella ha crecido. Se ha hecho más madura, pasó de los dieciocho a los veinticuatro de un salto, aunque haya gente que diga que todavía es muy niña. Ostia, pues claro que lo es, sólo tiene diecinueve, aunque físicamente aparente cinco más. Pero, digan lo que digan, ella ha cambiado. Se ha hecho más adulta de lo que esperaba, antes de tiempo tal vez.

Y esto tiene una desventaja para ella, y lo sabe, pero le gustan los retos. Sabe también que debería hacer más planes con la gente de su edad, salir, beber, el rollo de siempre… pero le gusta mucho más perderse por locales de música en directo, con gente que incluso le dobla en edad… pero esas personas son sus amigos. Tal vez no sean los más íntimos, pero nunca le han fallado, siempre han estado ahí para darla conversación, para reír, para pasar un buen rato. Han sido ellos los que la han ayudado a crecer.
Pero, volviendo a lo surreal. ¿Por qué es surreal? Ella lo sabe, conoce todo, pero no deja de sorprenderse con cada paso que da.

Surreal porque nunca pensó que le conocería. Que conocería a aquella persona que la ha enseñado, inconscientemente, todo. Con el que tantas veces soñó mediar conversación o, simplemente, intercambiar una mirada. Pero ocurrió. Él llegó, apareció una noche por un garito madrileño acompañado de sus amigos. Y se miraron. Y hablaron. Hablaron durante mucho tiempo, para sorpresa de ella, que se creía tímida e introvertida. Sí, si algo tiene claro la muchacha es que él cambió su forma de ser, y con ello, su vida. Jamás creyó que pudiera compartir tanto con él… una conversación de música, su cara a cinco centímetros, y todo lo que vino después.

¿Veis? Primera cosa surreal.

Ella estaba convencida de que jamás se volvería a enamorar. Y lo hizo. Lo hizo de muy buena gana, con fuerza, con pasión… de una forma verdadera. Y sigue enamorada de él, pero ha aprendido a no llorar. Sabe que si tiene que pasar, pasará; ella no va a sufrir más por él, prefiere esperar. Y si nunca logra conseguirle, no pasa nada, porque es feliz. Muy feliz queriéndole en silencio (otro símbolo de madurez. Ella antes lloraba por las esquinas cuando no la hacían ni caso, se quedaba sin ganas de nada. Ya no. Ahora sabe que la vida sigue, con o sin él. Y no se va a quedar quita; no va a dejar de aprender de otros mientras le espera. No. Ya no).
Y le parece surreal porque ha conseguido lo que ya creía imposible. Él, cada día que hablar, le devuelve la ilusión, y la hace sentirse importante cuando le cuenta sus novedades, o cuando hace comentarios bonitos sobre ella a los demás. Surreal porque él aprecia su arte más que ella.

¿Más?

Nunca pensó que lo haría, que se adelantaría a todos los demás, que gozaría de un privilegio tan importante para ella. Tenía como imposible compartir tanto con él. Es un tipo grande; el más grande de los pequeños, y él y ella han vivido juntos algo muy bonito… y único.
Sí, porque él sabe cómo tratarla. Conoce las palabras mágicas para hacerla sonreír, para hacerla feliz. Y a ella le encanta la complicidad que tiene con él, y sabe que le debe demasiado… sigue siendo surreal haber llegado hasta ese punto con él.

¿No os convence todavía?

Surreal porque una buena noche llegó él y le regaló una de las cosas que más ilusión le podía hacer. ¿Por qué surreal? Pues porque le conoció esa misma noche. Tan sólo llevaban quince minutos hablando y ya se lo propuso. Le hizo la chica más feliz del mundo gratuitamente. Pero aquí hay una segunda parte. Él, días después, quiso hacerla todavía más feliz. Le propuso un viaje. Un viaje para conocer, para presenciar el inicio de lo nuevo. Una travesía para disfrutar, desinhibirse, emborracharse, hacer fotos y añadir conocimientos geográficos. Le regaló uno de los mejores días de su vida.

¿Es o no es surreal el día a día de la chica? A ella todavía le cuesta creerlo… y no encuentra la forma de agradecer todo a todos, ¡son tantas las cosas que hacen por ella!

… ¡y esto se acaba de quedar sin conclusión final!

1 comentario:

Ismael dijo...

Todo el mundo quiere vivir una surrealidad así. Cada uno a su manera. Pero así.

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