jueves, 27 de enero de 2011

Mi Enrique

Me cuesta comprender por qué no estás aquí, son muchos años ya, tal vez demasiados, para tener asumido todo esto, pero sigo sin creerlo. Tal vez no quiera creer que me dejaste.

Jamás podré olvidar lo mucho que aprendí de tí. Me enseñaste a soñar, a buscar algo por lo que luchas, hoy la ten en mi lo que hubo en ti, tu corazón audaz puede al fín volar. Hoy tu sueño vive en mi.

Siempre, cuando quieras guiarme, cuando vengas a hablarme yo estaré aquí, como siempre, esperándote.

Te fuiste demasiado pronto, y ya no puedo volver a escuchar tu voz aunque puedo sentir tu ser. Me gusta notarte a mi lado, con esa media sonrisa oculta por tu iseparable bigote, con tus ojos, brillando, siempre.

¿Sabes? Nunca lo he llegado a terminar de superar, ni creo que lo haga. Más que por el hecho de echarte tantísimo de menos, es ese come-come que contínuamente viene a mi cabeza y me recuerda que no te aproveché lo suficiente, que jamás te dije lo muchísimo que te quería ni lo importante que eras (y sigues siendo) para mí.

Nunca te llegué a demostrar que eras una de las piezas centrales de mi vida. Y creo que, una de las razones por las cuales te echo de menos a morir es esa. ¡Me quedaban tantas cosas por hacer contigo, Enrique!

Cada pequeño detalle me recuerda a ti. El simple hecho de ver a un hombre con bigote me recuerda a ti. Un balín tirado en la acera (me encanta agacharme, recogerlo, y pensar en ti). ¿Sabes? es ese dolor en el pecho, ese nudo en la garganta, esa pierna que no para quieta y esas manos temblorosas y esos ojos brillantes los que se empeñan en recordarte, aunque mi cabeza no quiera. Me dejaste vacía.

Lo que me duele es no haberte visto por última vez. Sé que no lo hicieron a malas, que creyeron que sería lo mejor para mi el hecho de no contarme nada o, bueno, contarmelo todo con un espacio-tiempo distinto, pero me jode tantísimo no haber hablado contigo cuando pude...

Me encantaría que me vieses ahora, con dieciocho años, he cambiado mucho. He crecido, y madurado. Ya no soy esa niñita de catorce años que dejaste. Me gustaría saber si estás orgulloso de mi. Quisiera seguir aprendiendo de ti.

Sé que serías tan feliz viendo a nuestro Barça crecer a la vez que lo sigo haciendo yo... Hasta esto te lo debo a ti. Gracias por enseñarme lo que es el buen futbol y animarme a seguir a ese club que tantas alegrías nos da.



Te quiero, siempre.




Por cierto, Enrique, no sé si te habrás enterado, pero tu Gervi ha dejado la gimnasia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
;