lunes, 21 de noviembre de 2011

Me he vuelto a enamorar

Siempre me han dicho que me enamoro con facilidad. ¿Qué puedo yo hacer, si mi único amor es la música y en ella la poligamia está bien vista?

Sí, he vuelto a morder la manzana, a caer en la tentación de escuchar algo nuevo, y aquí estamos, con el corazón bombeando al ritmo de eso que dice: “Yo no era para ti, cariño, yo no era para ti. Yo no era porque estoy perdido y te haría de sufrir”. A pesar de tener un cartel frente a los ojos del tamaño de la luna que anuncia lo que pasará si te enamoras, una es tonta y ni siquiera trata de evitarlo.

Me he vuelto a enamorar. Ellos son ReNé. Ellos son Isaac, Fede (Kiko) e Íñigo. Son movimiento, alegría y diversión. Fuerza y desenfreno. Elixir de juventud. Son los que agarran tu corazón con sus manos y te obligan a sentir. Son acordes, punteos y golpes (tu cu pám). Son canciones. Son aquellos que te hacen mover al compás que va tu corazón por el sonido que sale de sus manos y entra por tus oídos. Armonía. Ritmo. Rasgueos. Cuerdas finas; cuerdas gordas. Baquetas y batería completa; una sola caja y maracas a los pies. Son zarzueleros-pop. Son pianos con melodías admirables e imposibles de imitar. Son composiciones de vértigo. Son dedos de velocidades vertiginosas. Extremidades capaces de hacer ritmos indescriptibles.

Es el chico de ojos pintados: rebelde cuando quiere; dulce cuando se le antoja. Es el chico de las cuatro cuerdas: el de las jam session, el de la voz cuqui. Es el chico de los piercings sin bola: el que juego con tus chakras y te relaja, el de brazos y piernas que te hacen tocar el cielo con sus ritmos.

Son el trío calavera; el trío lalalá.

Su música es mi amor de invierno, y será el de primavera, verano y otoño. Y otra vez invierno, primavera, vera…. Es mi revolución hormonal; mi calor diario, mis ganas de salir a bailar, de mantener el corazón contento.

Ellos son mis bellos y mis bestios; mis hormigas sin antenas; mis vampiros sin piedad. Mis ganas de comerme el mundo.


Esto y mucho más el miércoles 23 en Costello.




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