jueves, 26 de agosto de 2010
- Ven, vamos a sentarnos ahí.
- Espera, tengo que contarte algo...
- No, da igual. Si esperamos más comenzará a hacer frío. Mira, una estrella fugaz, ¿la has visto? Corre, pide un deseo.
- No puedo, primero tengo que contarte algo.
- No, no lo quiero saber. Sólo quiero guardar en mis recuerdos este momento en el que tú y yo estamos sentados en una colina viendo una lluevia de estrellas. Así, cuando te vayas y me dejes sola, rota y malherida, tendré algo bonito que recordar.

Y así se quedaron durante quince minutos. Meses después, él la abandonó y la dejó sola, rota y malherida. Pero ella tenía momentos buenos con los que llenar su mente.

1 comentario:

Natalia dijo...

No hay que perder la oportunidad de pedir deseos a las estrellas fugaces :)

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