miércoles, 27 de octubre de 2010

PiCavallero

Me daba miedo revisar las fotografías de los primeros pasos del viaje. Me veía y… Mi sombría mirada, subrayada por las ojeras, la tez blanca y los párpados tristones, me recordaban que todavía tenía la mitad de mi cuerpo en la Península. No sé en qué momento exacto he dejado atrás mi pena. Pero sé que ahora no está conmigo… Me bañaría con ella en alguna playa y una ola se la llevaría consigo por un tiempo. O quizá decidió ausentarse por unos días, sintiendo, en medio de alguna de nuestras conversaciones, que molestaba entre tanta dulce diversión.

Como cortinas al viento. Así pasamos de un pueblo que nos cautiva a otro que todavía nos gusta más. Nos dejamos llevar. Estamos aquí hasta que algo que no decidimos nos empuja a un nuevo rincón. Nos morimos románticamente a cada instante. Nos perfora cada paisaje. Cada conversación. Cada confesión. Y a cada parpadeo nos damos cuenta que estamos realmente vivos. Salvados de todo aquello por lo que nos creíamos perdidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
;