Quise olvidarme del sexo sin amor y buscar esos insectos
alados que la gente dice que revolotean por ahí. No me esforcé en encontrar el
amor, no lo busqué, mucho menos me olvidé del sexo.
Han vuelto a no importarme las noches en un sofá viendo una
película apoyada en un hombro masculino. Los besos no los siento. Las manos de
otros no las quiero. Las lenguas recorriendo lóbulos, tampoco. Ni una cama
deshecha sólo porque toque la guitarra o la batería.
Ya no creo en nada. En nada, excepto en el Miedo.
Conozco, hablo, beso, me crezco. Empequeñezco, me escupen,
me tiran, me pisan. Me levanto, ando, corro, te cojo. Te escojo.
Contra la pared, cara a cara. Cuello, ombligo, espalda, culo.
Huyo, caigo, sangro, rompo en mil pedazos. Me resbalo por las tuberías de mi habitación. El suelo.
Contra la pared, cara a cara. Cuello, ombligo, espalda, culo.
Huyo, caigo, sangro, rompo en mil pedazos. Me resbalo por las tuberías de mi habitación. El suelo.
Mi Miedo.
Me da miedo querer acostarme y despertarme con la misma persona
cada noche. Me da miedo hacer zumo y café para dos por las mañanas. Compartir
armario. Me asusta comprar otro cepillo de dientes y dejarlo en otra casa. Que
me pregunten que si he visto sus calcetines, o que si se los puse a lavar.
Me da pánico que me quieran, porque yo no soy capaz de querer. Pero si me llevas a ver a Marwan en directo prometo darte un beso en la cara igual que el de Klimt. Si me tocas las orejas nos volveremos Intocables.
Me da pánico que me quieran, porque yo no soy capaz de querer. Pero si me llevas a ver a Marwan en directo prometo darte un beso en la cara igual que el de Klimt. Si me tocas las orejas nos volveremos Intocables.
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