La primera vez que lo escuché mis oidos iban asimilándolo todo, nota por nota. No importaba si desafinaba o no: había notas musicales, había ritmo y armonías, y todo eso empezaba a dar vueltas en mi cabeza. Era algo muy parecido a una droga. De hecho, era una droga mucho más potente que el caballo: el caballo siempre lo puedes dejar, su música no.
Una nota llevó a la otra y nunca sabías que venía exactamente después, y tampoco quería. Era como caminar por una bellísima cuerda floja.
Y luego atendí a la letra... y decidí que intentar desintoxicarme de su música sería la peor decisión que haría en mi vida.
Y aquí estamos... sufriendo día a día el síndrome de abstinencia. Sin probar la droga desde el 18 de Marzo. Muriéndome por una dosis.
Joder, ¿hay alguien capaz de desengancharse de él?
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